La influenza es una enfermedad respiratoria muy contagiosa que puede llegar a provocar complicaciones de leves a muy graves, incluso hospitalizaciones y muerte.
Si bien los virus de la influenza estacional se detectan todo el año, en México, son más comunes durante los meses de otoño e invierno. La duración de las temporadas de influenza pueden variar, pero la actividad más fuerte de la influenza, a menudo, comienza a aumentar en octubre, alcanza su mayor pico entre diciembre y febrero, y en algunos casos puede prevalecer hasta finales de marzo.
La influenza resulta ser algo más que una enfermedad respiratoria, dado que puede provocar consecuencias clínicas entre las que se encuentran infartos al corazón, eventos cardiovasculares, descompensación de condiciones crónicas o deterioro en varias de las funciones del organismo.
La Organización Mundial de la Salud estima una tasa de ataque de la influenza de entre 5% y 10% en adultos y de entre el 20% y 30% en niños; lo que causa anualmente entre 3 y 5 millones de casos serios y entre 250,000 y 500,000 muertes.
La enfermedad causada por el virus de la influenza es más que un resfriado común, por ello, la primera medida y la más importante en la prevención contra influenza es vacunarse todas las temporadas. La vacunación juega un papel muy importante ya que cada año puede prevenir entre el 6% y el 21% los casos de hospitalización, y se ha demostrado que la vacuna contra la influenza reduce la aparición de enfermedades relacionadas con la enfermedad y el riesgo de sufrir complicaciones graves a causa de ésta.
Además, también se recomienda tomar las medidas preventivas que ya son bien sabidas para minimizar el riesgo de contagio: mantenerse alejado de las personas que están enfermas, cubrirse la boca y nariz al toser o estornudar, y lavarse las manos con frecuencia, para ayudar a disminuir la propagación de los virus de la influenza.